Son los días finales del mes de agosto de 1990, Octavio Paz invita al escritor peruano Mario Vargas Llosa a participar en un encuentro de
intelectuales europeos y americanos en México, él le toma la palabra y acepta.
Ya en la capital mexicana, el jueves 30, en una conferencia de prensa por la mañana, Vargas
Llosa declara que no puede emitir juicios sobre el sistema político mexicano por
respeto al país que lo tiene como huésped.
Sin embargo, por la noche, en un debate por televisión que conduce Enrique Krauze —discípulo de Paz— llamado: "El
siglo XX: la experiencia de la libertad", se olvida de sus anfitriones
mexicanos y declara:
“México es la
dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la
URSS. No es Fidel Castro. La dictadura
perfecta es México.”