sábado, 8 de septiembre de 2012

AMLO y la violencia

Enrique Aquino
La palabra violencia desde hace mucho empezó a formar parte de nuestra vida cotidiana hasta tomarla como algo normal. Desde hace muchos años se ha dejado sentir con más intensidad, ¿pero, por qué? ¿qué factores la propician?. Esas deberían ser las interrogantes.
Se ejerce tanto física como en forma discursiva la violencia. Hoy no hablaré sobre la violencia política que ha ejercido Felipe Calderón, ni de la violencia estructural; la cual sufre la mayoría de los mexicanos por la desigualdad social, tampoco de la violencia cotidiana; la cual está relacionada con las prácticas y las expresiones de agresión interpersonal. Analizaré la violencia simbólica, específicamente la que ejerce López Obrador sobre sus seguidores.

El “Pejismo” no es una ideología política, es una doctrina, la cual se basa en el precepto “quien no esté conmigo, de manera incondicional, está contra mí”, este es el paso para entrar al terreno de la violencia discursiva y hasta física. Mucho se ha escrito y hablado sobre este tema, pero hoy, le daré un enfoque diferente, partiendo sobre los conceptos desarrollados mayormente por el sociólogo francés Pierre Bourdie en la década de los 70.
La violencia simbólica está ligada principalmente a los aspectos socioculturales y se da cuando en una relación de dominación, el dominado solo dispone, de tal modo que esta violencia es la más sutil pero no por eso es menos peor que la violencia física. El efecto de la violencia simbólica no se produce en el nivel de la conciencia, ni de la voluntad, sino en el de la percepción y el hábito,
Este tipo de violencia opera a un nivel tan íntimo, que los dominados cooperan en su propia opresión al percibir y juzgar el orden social a través de categorías que lo hacen parecer como algo natural y evidente, incluso para los sometidos —Pejismo como doctrina—. Obrador aprovecha este poder simbólico, inculcando cierta cosmovisión arbitraria, haciendo creer que él tiene la autoridad legítima.
La relación de Andrés Manuel con sus seguidores es una trama interminable de fuerzas, dice Bourdie, que creer la mentira no es precisamente un acto de inocente credulidad. Creer la mentira es, de hecho, crear la verdad. En este patriarcado, lleva a tener involuntariamente reacciones en los individuos —vergüenza, rubor, timidez, ansiedad, culpabilidad, odio, rencor, etc—, estas emociones corporales son maneras de someterse a la opinión dominante.
De esta manera los Pejistas se han vuelto personas programadas, sin alternativas, que están sometidas a un líder espiritual al cual se le debe creer y obedecer, lo vemos en sus declaraciones y acusaciones sin datos y que ellos lo reducen en actos de fe, aunado con notas periodísticas, muchas de ellas con información manipulada y tendenciosa. Se cree lo que se quiere creer.
Propongo a los pejistas que tengan un criterio propio y no la dependencia hacia la perspectiva uniforme de Obrador y sus medios de comunicación aliados. Pasión, naturalmente, pero equilibrada con inteligencia y análisis. Hay que desprogramarse, para no estar sometidos al arbitrio de su líder espiritual.

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